lunes, 10 de diciembre de 2018

APOYATE




Encontrar está foto ha sido genial, porque he confirmado que si uno mismo no se apoya, no toma la iniciativa en su vida NO avanza.
Recuerdo claramente ese domingo, fui a misa temprano y recibí una llamada de mi prima Melissa, hablamos más de media hora y quedamos en vernos antes de navidad. Luego llegué a casa, me alisté para ir a clases de yoga con mi amiga Sandra. Tenía mil cosas en la cabeza y no paraba de pensar.
Llegamos a clase y como parte del ejercicio nos hacían sacar un papelito al azar de una bolsa, se supone que es lo que debíamos trabajar durante la sesión, el mío decía ¡APOYATE! sonreí moviendo la cabeza de un lado para el otro. Mientras hacía la clase pensaba en lo que decía el papel y me preguntaba ¿APOYATE?, miraba al cielo y le reclamaba (con esperanza de que alguien allá arriba me escuche) ¡¿APOYATE?! ¡¿Cómo me apoyo si tengo que decidir entre tantos sentimientos encontrados?!
Fue la clase de yoga más sentida que tuve, trataba de concentrarme pero me era imposible. Llegué a casa más confundida y con mucha incertidumbre, recuerdo que Luci (mi mamá) me preguntó si comería y le dije que no, que no tenía hambre, luego Lucho (mi papá) se acercó y me dijo: “Sé que tienes muchas interrogantes pero come”, lo abracé (casi nunca lo hago) porque en el fondo sabía que tenía que partir. En algún momento del almuerzo Luci me dijo: “Si pudiera yo decidir por ti lo haría, pero tú eres la que debe hacerlo, te amo mi niña hermosa”, aunque en realidad yo ya estaba casi segura de que irme era la decisión correcta.
Me levanté de la mesa y les dije que iría a dormir, en ese momento entró la mejor llamada que pude esperar; con la alegría que siempre lo caracteriza y esa energía tan positiva, escuché a mi primo Daniel (que lo considero como mi hermano) decir - "¡Nanita! ¿Cómo estás? Por fin, ¿vienes o no? ¡Acá vamos estar más que felices que estés con nosotros!" - sonreí y le dije “mañana o pasado mañana viajo para allá". En ese momento fui a la sala y les dije a Luci y Lucho que me iría, que había tomado una decisión y que me iba al día siguiente. “Si no es ahora nunca lo voy hacer” les dije, y aunque sus caras fueron de una mezcla de tristeza y esperanza sabían que yo estaba tomando una buena decisión.
Y fue así que confirmé que lo que decía el papelito era cierto, la única que tenía que apoyarse a si misma era yo, la única dueña de mis decisiones y de mi felicidad simplemente era YO, y les aseguro que haber decidido partir de Lima con mis 4 maletas entre lágrimas, cartas y una lluvia rara jajaja, fue una de las mejores decisiones de mi vida.

A veces volver a tus raíces es encontrarse así mismo.

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